¿Qué importancia tiene diagnosticar, desde el inicio, el tipo de diabetes que padecemos? Voy a explicar dos razones para hacerlo…

¿Qué importancia tiene diagnosticar, desde el inicio, el tipo de diabetes que padecemos? Voy a explicar dos razones para hacerlo…
La COVID-19 está causada por el coronavirus SARS-CoV-2 y se caracteriza por una presentación clínica variable que va desde formas asintomáticas o un cuadro respiratorio banal, hasta afectación pulmonar muy grave con daño multiorgánico y, en alrededor del 1% de casos, la muerte.
La diabetes mellitus tipo 1 (DM1) es una enfermedad crónica de base autoinmune en la que se produce la destrucción de los islotes beta pancreáticos con el consiguiente déficit de insulina, de manera que el organismo no es capaz de mantener la glucemia y en consecuencia la normalidad metabólica.
Se han definido factores clásicos como la edad, el sexo, el tabaquismo, el colesterol total, colesterol LDL, colesterol HDL, la presión arterial (HTA) y la diabetes mellitus (DM). Existen otros factores de riesgo no clásicos (historia familiar, obesidad, distribución de la grasa, nivel de triglicéridos, estrés, nivel socioeconómico y la calidad del sueño) que pueden servir para modular el riesgo individual.
Clásicamente, la diabetes que se detecta por primera vez en el embarazo se ha denominado diabetes gestacional (DMG), independientemente de que se precisara o no de tratamiento insulínico o de que persistiera no después del parto…
Cuando sufrimos cualquier enfermedad siempre hacemos la misma pregunta: ¿Nos curaremos? Y también la hacemos –por supuesto- cuando nos diagnostican de diabetes tipo 1. Y creo que es oportuno, de cuando en cuando, intentar esclarecer donde estamos. ¿Hemos avanzado en la posible curación de esta enfermedad?
La obesidad representa un importante problema de salud pública con grandes implicaciones en el gasto sanitario, se estima que el 35% de los varones y 40% de las mujeres tienen obesidad en EE UU. Diferentes proyecciones predicen que, en el año 2030, alrededor de un billón de personas serán obesas, es decir, aproximadamente un 20% de la población mundial.
La obesidad está asociada con un mayor riesgo de desarrollar Síndrome Metabólico (SM), Diabetes Mellitus Tipo 2 (DM2), enfermedades cardiovasculares (ECV), entre otras condiciones crónicas, conllevando también una probabilidad aumentada de muertes prematuras e incremento de la mortalidad general.